UESEVI - Objetivos, Estrategias y Contexto en la Titulación

Conoce la UESEVI - Objetivos, Estrategias y Contexto en la Titulación

Objetivos

El objetivo principal es ofrecer a los estudiantes de Ingeniería una formación en criterios éticos de forma aplicada. Esto implica una formación íntegra en valores que les transmita la necesidad de atenerse a códigos éticos y de buenas prácticas en todas sus actividades, y que incluya la creación de valor social como condición inherente a cualquiera de sus actuaciones. 

 

Estrategias

Dentro del  área de la reflexión, se persigue debatir sobre principios, las consecuencias de sus aplicaciones o sus omisiones, para que los alumnos tomen conciencia de valores que enriquezcan su formación.

Bajo la perspectiva del área de la formación y aplicaciones se trata de que los alumnos apliquen y desarrollen  los valores seleccionados en iniciativas de amplio contenido social.

En el área de las conferencias, se promueve la extensión de los debates  con un elenco más amplio de actores  y en entornos  más complejos, tanto por la  diversidad  en  la cualificación de los agentes principales como por una  mayor extensión en la panoplia de los intereses que se crucen en los debates. 

 

Sentido y ubicación en el Plan de Estudios. Contexto en la titulación

Se necesita una formación consciente de la existencia del error humano que permita a los alumnos incorporar en su conducta una metodología de actuación fundamentada, que los ayude a eliminar el ruido y pensar en el origen del problema para poder actuar directamente sobre él.

Una de las causas mayoritarias de la falta de concienciación ética de los alumnos es la carencia de actitudes éticas basadas en la responsabilidad y en el desconocimiento por parte de los profesores.

Así, la principal razón de los alumnos para no implicarse en un sistema participativo es el hecho de que los planes de estudios no facilitan esta tarea, o de que no existen canales de participación.

Del mismo modo, en las actividades transversales que se organizan se observa la falta de pensamiento en el principal usuario de la Universidad, el alumno. En determinadas conferencias y seminarios, se ocupa un 40% del tiempo en presentaciones y agradecimientos, atendiendo antes a la imagen de la Universidad que a la impresión del alumno. No se ofrece el tiempo adecuado para que se realice un verdadero intercambio.

Los alumnos, por su parte, apuntan la incoherencia de la Universidad en sus conductas en cuestiones éticas, de consumo de recursos, ahorro y eficiencia energética, de formación al personal, preocupación por el alumno, etc. Además, no hay cooperación efectiva entre departamentos dentro de las propias Escuelas y, difícilmente se establecen sinergias entre las diferentes Escuelas para colaboraciones conjuntas.

Actualmente las relaciones que establece la Universidad con el exterior son relativamente bajas. El 75 % de los profesores se dedican únicamente a la docencia y esto va en detrimento de la calidad de la enseñanza. A los alumnos no se les permite de forma realista la posibilidad de compaginar estudios y trabajo.

La relación que tienen los contenidos de las materias que se imparten en la Universidad con los problemas de la vida real está en muchas ocasiones desvirtuada. A los alumnos no se les habla del factor humano ni se les enseña a considerarlo como requisito intrínseco a cualquier actuación profesional. Pese a que la formación ética y en valores es integrada en función de los valores ya existentes en la persona que la recibe, ésta introduce unos resortes en la actuación humana que facilita el éxito a medio y largo de las actuaciones que se realizan. Sin embargo sigue existiendo en la sociedad en que vivimos, el principal y a veces único valor, que suele llevar al éxito seguro a corto plazo de los proyectos; el dinero.

Los estudiantes al salir de cualquier carrera universitaria deberían tener una formación íntegra relativa a la ética profesional, y a las ganancias que se obtienen con su correcta aplicación. Para ello debe haberse generado un acceso a situaciones conflictivas ante las cuales se hayan tenido que plantear distintas alternativas de actuación, con exposición constante a la creencia en la corrección de sus ideas, y valoración de las consecuencias de cada acción, a corto, medio y largo plazo. Con ello facilitar la integración instintiva de ese procedimiento de valoración, de manera similar al proceso que ocurre con la valoración económica de un proyecto.

En gran medida la falta de enseñanza de esta disciplina, se debe a la falta (o la pérdida) de un enfoque de calidad, de pensamiento global, (pese a estar en una sociedad globalizada) y del conocimiento de lo que significa el éxito a medio y largo plazo, que se puede obtener con una aplicación práctica de ciertos valores, en el sector privado, en administraciones, e incluso muchas veces en el ámbito de la cooperación.

Se ha generado un circulo vicioso, en el que en los tres ámbitos de actuación se reclama lo urgente, un resultado visible a final del año, (memoria anual de la empresa), al final del periodo electoral, (balance de legislatura), o al final de un proyecto o convenio de cooperación (indicadores y fuentes de verificación) y al igual que ocurre con el problema de la sostenibilidad ambiental, ocurre con el aspecto social descuidado. El ejemplo más cercano al ciudadano es el diseño de los programas electorales. Es impensable hacer un programa en cualquier ámbito a 10 años, y pensar que tras un cambio en el recurso humano dirigente, se vaya a conservar la esencia y no digamos las actuaciones programadas.

La sociedad, los ciudadanos que se están formando, necesitan de este impulso ético para salir de los modelos negativos e iniciar nuevas órdenes de cosas. La falta de demanda y la comodidad del sistema, hace que no se piense en este problema más de lo justamente imprescindible y que no se abogue por una formación seria de estas cuestiones.

 

 

Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía (ETSIME)

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